martes, 20 de agosto de 2013

El sur profundo: Impresionante , Bello, Nuestro?


El sur profundo: bello ,Impresionante, Nuestro?
Primera parte

El Sur ha sido parte esencial de mi vida; siendo mi padre oriundo de Azua, campiñas de cactus, guasábara, mariposas amarillas y mar enmarcados en caminos de bruma y polvo estamparon mi infancia, casi todos los fines de semana los  pasábamos en la casa paterna, para mí el sur huele a salitre y abuelos .
Aunque nací y me crié en Santo Domingo siempre he mantenido ese sentimiento de pertenencia y nostalgia hacia esta región, tanto así que su geografía es ampliamente conocida por mi esposa e hijos, quienes desde pequeños mehan acompañado a explorar los rincones de su heterogénea topografía.
Con el pretexto de las vacaciones de un primo de mi esposa residente en EE.UU., quien está casado con una joven costarricense y sus dos hijos adolescentes, nos disfrazamosde turistas internos y arrancamos sur adentro hasta las profundidades de Bahía de las Águilas, Pedernales, Pelempito, la frontera. Les habíamos prometido llevarlos al portal del paraíso a conocer los contrastes extremos del campo Dominicano, la estridencia del sol, la lujuria de millones decolores, a presenciar la transmisión “en vivo” del cielo enHigh Definition”.
Desde el inicio del recorrido la travesía nos honró la palabra: nos detuvimos a comer en nuestra querida Azua, añoranza ancestral, sazón de mar, recuerdos chiquitos… Después de la pitanza y con el sopor del arroz, enrumbamos hacia poniente y cerca de Los Cuatro Vientos, la primera detención porreparación de carretera (están siendo reparadas completamente).
Pasamos Barahona donde repusimos combustible y reanudamos nuestro viaje, el tramo más bello que carretera alguna pueda tener. ¿Qué Capri qué? Chauvinismo aparte y sin guardar distancias ¿dónde quedan Positano y CostaAmalfi? Un camino con fisonomía de caderas caribeñas enroscándose alrededor de la montaña cuyas infinitas verdes guedejas se desparraman impúdicas  con la desfachatez de una mulata “recién subida”, que gana su cabellera al azul de un espumoso beso de mar.
Al pasar por Enriquillo, versión antillana   de  Niza pero en olla y con Larimar, no nos pudimos resistir a la recolección de las blanquísimas y gratuitas piedras de la playa que en el mercado internacional llegan a cotizarse a diez dólares la funditakilómetros más tarde, unos gigantes  de hierro nos amenazaron el horizonteel parque eólico de Juancho. Los molinos del Quijote se volvieron cibernéticos, sus aspas abofetean el viento, olvidan que es una porfía  de miles de años que les embestirá hasta vencerlos porque hoy día Rocinante es un transformer ,Sancho usa un BiBi y la lanza“bota rayos”.
Justo en el recodo donde el mar se vuelve campiña aparece Oviedo, con el espectáculo de laguna y color (especial mención para la organización, el guía ,los baños y las oficinasde medio ambiente). Un camino de vacas nos entregó en Pedernales hasta el Hostal de Doña Chava, agradable y bella sorpresa turística de exquisita simpleza, decoración natural, limpieza extrema, “Wifi y, a 30 dólares por día, cumple adecuadamente con las necesidades del viajero. Su  propietario, el señor Marino José Vilomar, agrónomo deprofesión, acogedor por decisión propiaes el Presidente fundador del Cluster y de la Asociaciòn para el Desarrollo del Turismo Sostenible de la Provincia de Pedernales (ASDETUSPE),poseedor de gran conocimiento e información puntual de las virtudes y necesidades de la zona, en fin, en él Pedernales tiene quien le escriba .
Por recomendaciones especiales de mi hermano Raúl (asiduo habitante de estos paisajes) nos fuimos caminando desde el hostal hasta la pizzería de Rossylo, efectivamente,amabilidad desbordante y la mejor pizza del mundo”, como nos había prometido; al retorno nos perdimos en el regreso porque se fue la luz, pero nos encontramos con la amabilidad aldeana de mis tiempos infantiles  (a la que poco a poco nos hemos ido desacostumbrando en el fragor de la “Big City”) que nos dirigió amable y sanamente por el buen camino hasta el hostal.
El día siguiente fue destinado a Bahía, pero no al Salvador brasileño sino a la de las Águilas, Cabo Rojo, Parque Jaragua Provincia de Pedernales en la frontera con Haití; desayuno criollo, se inicia el recorrido, en el camino empezamos a notarel rastro colorao que mancha  de evidencia la ruta hacia el puerto, gigantes mecánicos con el sello de FENATRADOacarrealas entrañas de la tierra roja, muy  roja, tan roja como el delito, crujir de asfalto que soporta estoicamente  el tatuaje de las llantas que dirigen la gavilla con su carga del averno. El puerto de Cabo rojo tiene un ajetreo de “barcazasexprés“a las que llenan veinticuatro /siete desde las minas en el Aceitillar, pues hay un contrato con una minera china que tiene un carguero tan grande que su calado no lo soporta el puerto. Los camiones, en su prisa por “echar muchos viajes” derraman la tierra en el agua y el contraste color sangre y sal recuerda a la masacre de un desembarco, un tufo a históricabatalla,todo ello debido a que oficiosamente nos contaron que por cada día de retraso de llenar el mega barco, el estado Dominicano es multado con treinta mil dólares por díaa lo que solo llega a mi mente una interrogante: ¿Valdrá la pena?
Seguimos nuestro camino y el sendero albino de la playa nos hace olvidar el barco chino, por fin avistamos unas casitas tipo malecón de Samaná y arribamos a la Cueva de los pescadores, quienes supuestamente ya no viven en La Cueva sino en las casitas (supuestamente digo porque según los “oráculos“ del pueblo solo existen dos, pues allí tienen casitas funcionarios políticos y demás yerbas interesadas).
Contratamos ida en yola y comida al regreso, todo bienorganizado, precios razonables, al zarpar llegaban dos camionetas de la UN desde Haití con varios “voluntarios” dispuestos para excursión; al abordar nosotros la yola escuchamos como se iniciaba una discusión entre los pescadores y los recién llegados, zarpamos dejando atrás “el pleito” a lo que Yovany, el yolero solo atinó a decir: –Esta gente nos quiere pisotea’ ,cuando los Haitianos vienen quieren arrasa’ con to’ – mientras negaba con la cabeza en señal de desaprobación y en el recorrido contaba varios desencuentros étnicos .
El viaje en yola hacia Bahía inicio el espectáculono sé si aún quiera cumplir mi sueño de ir a la Bahía de Halong en Vietnam… Enormes islotes de piedra y altísimos farallonesenmarcan el rumbo, nidos de pelícanos con sus pichones y diversas aves marinas mantienen su hábitat, a medida que aparecen pequeñas playas el guía nos va señalando mientras las cámaras y celulares  de la proa no paran de tomar fotos - esta es la del amor, esta la de los cuernos , esta no tiene nombre y yo le digo:  – la del divorcio- y nos reímos acarcajadas… En unos minutos atracamos en el medio de la playa donde un árbol  prometía sombra; éramos los únicos en siete kilómetros de blancura y calma, todo el azul y cristal del universo se transparentaban al  costear nuestras pieles;decidí caminar Bahía de las Águilas de ida y vuelta, en eltrayecto  les puedo asegurar que me encontré con Dios .
Regreso a la cueva, almuerzo opíparo con langosta y pez león incluido (muy buen sabor tiene el invasor).Salimos rumbo a Pelempito hacia El Aceitillar en la sierra de Bahoruco. En una curva del camino, como un balazo de escopeta sin permiso,dobló un camión gigante a velocidad de sindicato, sin lona ycon exceso de kilometraje, desparramo sobre nosotros una enorme descarga de cascajo que impactó el vidrio delanterode nuestro Jeep, haciéndole un quille que por pura suerte no paso de ahí; al tratar de identificarlo no tenía placa, nos detuvimos y no hubo más remedio que dar gracias por no habernos accidentado, reiniciamos nuestro ascenso a Pelempito.
Carlos H. García Lithgow
FIN DE LA PARTE UNO

No hay comentarios:

Publicar un comentario